top of page
  • Foto del escritorGuillem Vallet

¿Y ahora qué? 5 puntos para el futuro

La temporada eurovisiva de 2023 llega a su fin. Mientras comienza el nuevo año para nosotros, desde aquí analizamos cinco conclusiones distintas y nos preguntamos si pueden ser relevantes o no para 2024.


La sueca Loreen celebra su victoria en Eurovisión 2023. (Sarah Louise Bennett / UER)

Hace dos semanas que Eurovisión 2023 llegó a su fin, y empieza ya la temporada de 2024. Con la mirada puesta en Blanca Paloma, la actuación española y el futuro del festival en Suecia, repasamos cinco conclusiones que serán importantes a tener en cuenta en el futuro.


La cabeza bien alta a pesar del resultado


Blanca Paloma canta "Eaea" en la gran final de Eurovisión 2023. (Sarah Louise Bennett / UER)

No pudo ser. No solamente no conseguimos el micrófono de cristal, sino que nos quedamos muy lejos de él, en el puesto 17. A pesar de ser nuestro segundo mejor puesto desde 2014, tiene un sabor ciertamente amargo después del trabajo hecho por Blanca Paloma, el equipo detrás de “Eaea” y la delegación española en Liverpool. Con todo, un trabajo bien hecho, incluso si no ha sido recompensado, sigue estando bien hecho, y eso es algo que debemos de entender todos, eurofans y no eurofans. Este 17º puesto no es el mismo que los de 2015 a 2021. En todos los años anteriores sufrimos “batacazos” donde era fácil encontrar resquicios, responsables y remordimientos sobre lo que podría haber sido.


¿En este caso, qué ha fallado?


No podemos blandir la palabra “autocrítica” como escudo vacío y como comodín para decir que se podrían haber hecho las cosas mejor. Una vez Blanca Paloma ganó el Benidorm Fest, se inició un proceso de promoción, trabajo en la puesta en escena (con sus limitaciones que no se pueden controlar desde España), participación en preparties y eventos internacionales, y la constante insistencia de que Europa tenía que escuchar nuestro Eaea una y otra vez. Que a primera escucha, el tema no entra, pero quizá entraría más de otras formas y que cuanto más, mejor. Y al final no funcionó, pero se intentó. Hasta el último plano de la cámara.


¿Es el problema entonces que la canción simplemente no gustó?


Si es así, entonces es un problema con una bendición escondida, pues si todo lo demás no tiene pegas, el momento en que llevemos algo que le guste a los demás, ya no habrá quien nos detenga.


 

Los eurofans cada vez aciertan más (y menos)

La georgiana Iru, cantando "Echo" en la segunda semifinal de Eurovisión 2023. (Sarah Louise Bennett / UER)

Este ha sido el año de las encuestas, las votaciones, las recopilaciones y las apuestas. Normalmente son los propios eurofans quienes las organizan, y cada vez queda más claro que no son simplemente adivinaciones aleatorias, al menos hasta cierto punto. Por cuarto año consecutivo, el ganador predecido por las apuestas acaba ganando el festival, y por primera vez desde 2019, es un ganador que no ha sido la primera opción en televoto. No solamente eso, sino que las apuestas han predicho correctamente diecinueve de los veinte semifinalistas, con la única excepción de la eliminación de Georgia y la clasificación de Albania. La sensación es que cada vez se acierta más en los resultados que impactan al final de cada gala - en este caso, el ganador y quienes se clasifican en semifinales, y al mismo tiempo, cada vez se acierta menos en el resto de resultados.


Quizá la caída de Francia, la cual se encontraba en tercera posición y ha acabado 15ª, lejos de sus predicciones, se puede atribuir al inflado artificial en las casas de apuestas, pero en ningún caso es esto responsabilidad de la artista o de su delegación, sino de la importancia que le damos nosotros, los eurofans, en ese sentido. Este año se ha demostrado que importa bien poco que hayamos subido del top 10 al top 5 lentamente y con esfuerzo si luego pasa lo que pasa. Y es que, al final, incluso si todas las encuestas nos ponen en un sitio, esas encuestas son la visión de los eurofans - y en un concurso cada vez más marcado por el veto a la prensa especializada y la mayor presencia del público atraído por TikTok, está claro que los que votan son los que, para ellos, Eurovisión solo es una semana al año.


 

El nuevo sistema de votación de las semifinales


El finlandés Käärija, junto con las bailarinas y el flautista de Moldavia en el backstage. (Chloe Hashemi / UER)

Para evitar el escándalo del año pasado con los jurados en las semifinales, esta era la primera vez en la historia del concurso desde que hay dos semifinales que todos los temas, sin excepción, dependían exclusivamente de la votación del público. Esto ha traído ventajas y desventajas en lo que se refiere a las propias galas y los temas en la final.


En primer lugar, casi toda la tensión de quién iba a pasar se ha eliminado. Si depende exclusivamente del televoto, las casas de apuestas y las encuestas van a acertar casi siempre, sin un jurado que pueda darle la vuelta a algunos de los resultados esperados. La primera semifinal de 2023 es la primera vez desde que hay agregados de apuestas de semifinales que las 10 canciones cuyo pase a la final estaba predicho acaba ocurriendo sin ninguna sorpresa.


Al mismo tiempo, los organizadores del festival y la UER han probado que su método funciona. Es la primera vez desde 2018 que ningún tema tiene 0 puntos del televoto. Como todas las canciones que llegan a la final tienen al menos algo de apoyo de la audiencia, es el Big 5 quien, de nuevo, sufre las mayores posibilidades de recibir ese temido cero del público. No es casualidad que los tres países con peores puntuaciones del televoto este año fueran del Big 5 a pesar de la aparente mejoría del nivel de estos países en cuanto se refiere a sus candidaturas.


 

Al público no le importa la autoría de los temas


Víctor Vernicos, cantando "What They Say" en la segunda semifinal de Eurovisión 2023. (Sarah Louise Bennett / UER)

El público es cruel, no es eurofán y la originalidad de los temas y la autoría de ellos le importa más bien poco. Ya no es solamente por el resultado de España, sino por todos los demás. Malta, Azerbaiyán, Rumanía, San Marino y Grecia traen, por primera vez en al menos más de un lustro, sendos temas sin participación extranjera en la música y en su letra. En algunos de estos casos, como el del griego Víctor Vernicos, ni siquiera cuentan con ayuda en su composición. Este esfuerzo se ve recompensado con la absoluta indiferencia del público, quien deja claro que solamente les interesa que el tema sea digerible y agradable a primera escucha, dejando a estos países en las últimas posiciones de sus semifinales.


Otros temas con autoría 100% personal, como los de Armenia o Letonia, tampoco se ven aupados por la audiencia y acaban obteniendo resultados más bien discretos. Hasta cierto punto es respetable, pues el público trae el dinero y pocas cosas se pueden discutir menos que hacia quién debería ir tu SMS, pero continúa siendo un hecho probado y triste que sale mucho más rentable abandonar tus raíces y tu talento local en favor pura- y exclusivamente de una canción que agrade a primera escucha - algo que países como Malta o Azerbaiyán casi seguro harán para solventar su no-clasificación este año.


 

A nosotros no nos debería importar el público


Cartel promocional del Benidorm Fest, cuyas bases y proceso de selección para 2024 ya están abiertos. (RTVE)

Quizá esta es la reflexión más importante de todas, y una que podría parecer contraproducente. Si al público no le interesa que una canción sea genuina, de raíces o hecha por talentos locales, ¿qué nos queda por hacer entonces? Buscar la fórmula de “canción eurovisiva” no ha funcionado durante años, y cuando hemos enviado algo como “Eaea”, el público nos ha dejado últimos en el televoto.


La trampa está en pensar en los resultados. De todo esto ha surgido algo muy precioso: El concepto del Benidorm Fest como una plataforma para que nuevos artistas puedan brillar y para crear nuestro propio certamen, sea con nombres más o menos conocidos. El tercer puesto de Chanel el año pasado demostró que sabíamos hacer las cosas bien durante toda la pretemporada, y de hecho, sabe aún mejor ahora que hemos visto que no siempre el buen trabajo sale recompensado. Este año hemos demostrado que también se puede llevar un concepto redondo y sin fisuras con algo que ningún otro país podría llevar. Benidorm Fest está ahí para que, poco a poco, España tenga una manera de descubrir su música que llegue a la mayoría de la audiencia, y que no solamente se relacione con Eurovisión.


Mantener el esfuerzo y el perfeccionismo de la delegación durante estos dos años de trabajo quizá no nos ha traído la tercera victoria aún, pero si se sigue así, entonces es inevitable que ocurra antes o después. Mientras tanto, hemos de pasárnoslo bien, sabiendo que, llevemos lo que llevemos, esta vez sí que sabemos que desde todos los puntos de la candidatura se está haciendo todo lo posible para que Europa se fije en nosotros y sepa que sí, que hemos cambiado y que queremos la tercera más que nunca. Y por supuesto, siempre tranquilos.


  • Black Twitter Icon
bottom of page